Río Majaceite

Río Majaceite
Río Majaceite a su paso por El Bosque

24 may 2009

PASEOS POR... CAMPANO

Día de María Auxiliadora
Joan Manuel Serrat "tenía diez años y un gato
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio,
a la vuelta del colegio."
Yo no tenía diez, tenía once años y un perro al que llamaba Palomo. Que yo recuerde nunca había salido de mi casa, de mi pueblo, para quedarme fuera de él más allá de un día y mucho menos para quedarme sin mis padres. De pronto, un buen día me vi en un colegio enorme, rodeado de cientos de niños, todos desconocidos, un colegio en medio de un campo donde había muchos eucaliptos y muchos pinos, y curas de negras sotanas que daban órdenes.


En medio de este numeroso grupo hay varios bosqueños:
Salvador Ramírez, Curro Barea, Juan Román, Manuel Jiménez y yo.
No guardo en la memoria detalles de mi primer día en aquel colegio, sí me recuerdo llorando en una esquina de un patio porticado, debajo de una campana colgada del techo, y viendo a los otros niños correr, pasar, hablarse entre ellos... Luego recuerdo que nos pusieron a todos en fila y nos condujeron en silencio a unos dormitorios inmensos.

Pasé en Campano varios años de mi vida que han sido trascendentales para mi formación y mi manera de ser. Tuvieron aquellos años un sabor agridulce, pero los recuerdo con nostalgia y cariño. Hasta tal punto que no desaprovecho ocasión en que yo pase por sus cercanías para entrar y estar allí aunque solo sea unos minutos.



María Auxiliadora -la virgen salesiana- junto con San Juan Bosco y Santo Domingo Savio, forman la pléyade del universo de esta congregación religiosa.

El 24 de mayo es el día de María Auxiliadora. Con tal motivo, este año, he animado a unos cuantos amigos a acudir a mi añorado colegio y ser allí partícipe de las celebraciones de ese señalado acontecimiento salesiano. Amanecía en El Bosque un día que no sabía si vestirse de azul o de nubes grises, y en esa duda ha andado toda la jornada. Había que llegar a Campano antes de las 11, la hora de la Misa, porque cristiano o no, allí es una obligación y un placer estético asistir a ese rito católico, bajo las petrificadas miradas de la Virgen y de San Juan Bosco; no puede decirse también bajo la mirada de Santo Domingo Savio, porque él siempre mira al cielo.

Hemos llegado cuando estaba terminando la Procesión de la Virgen. Luego hemos asistido al rezo de una larga Letanía y, tras un breve receso durante el que hemos paseado por los patios del Colegio, a la Misa. Nos han servido, tras la celebración religiosa, un desayuno regalado por los Salesianos: chocolate con madalenas; y finalmente hemos vagado por Campano: sus patios de deporte, sus alrededores y nos hemos recreado en su parque.


Si te interesa ver con más detalle alguna foto de la página, pínchala.
No sé porqué, pero han sido muchos los bosqueños que han pasado por las aulas de este Colegio. Blas Torres, Juan, Salvador y Antonio Ramírez Ortega, Juan González, José Antonio Ramírez Oñate, Joaquín Reguera, Curro Barea, Manolo Jiménez, Salvador Gil, Manolo y Pepe Melgar, Juan y Rafael Ramírez Camarero, Vicente Gallardo... quizás se me olviden algunos.
En esta orla está Blas Torres, el pionero,abajo, el último. Es del año 1956.
En fin, un buen día, azul y gris; con sol y con lluvia caída como agua de mayo; la tarde se ha cubierto, a nuestra vuelta, de negros nubarrones en el horizonte de sierra hacia el que nos dirigíamos. Una salesiana jornada cuyo punto final lo ha puesto la ya tradicional llamada telefónica de mi amigo Santiago Posada, otro campanero, con el que mantengo al menos tres contactos al año: el día de San Antonio, el día de Santiago Apóstol y el día de María Auxiliadora.

1 comentario:

santiago posada dijo...

El regalo de este año de Mª. Auxiliadora, ha sido esta página.Mi amigo Antonio, ha conseguido retrotraerme en el tiempo a la niñez. Esa edad en la que se fijan en las personas, las cualidades que marcarán la personalidad y el estilo de vida que desarrollaremos durante la vida.
Alguien dijo que la niñez es ese estado al que siempre queremos volver una vez que lo hemos abandonado. Esta noche, Antonio ha hecho posible por un instante, que vuelva a sentirme niño, oliera el característico olor de los dormitorios, el sonido de la campana, el paso silencioso a los comedores, en fin la rutina de aquellos felices años. Gracias Antonio.
Santiago Posada