No me propongo hablar aquí de aquel recipiente de tinta que ya ha quedado en un rincón de la historia, sino de un restaurante de la costa malagueña situado en la Playa del Dedo, en el barrio de El Palo. Allí nos fuimos la Asociación Gastronómica "Majaceite" a finales del pasado mayo y nos encontramos con un ambiente de chiringuito de playa, olor a mar Mediterráneo y a pescaíto. En aquel lugar no se come a la usanza habitual; es decir, te sientas solo o con varios comensales y un camarero se aproxima a la mesa y pregunta qué van a tomar, toma nota de las distintas peticiones y va sirviendo paulatinamente platos y bebidas. En El Tintero no es así. Allí los camareros no preguntan, sino que pregonan la mercancía que en sus platos llevan y los comensales van indicando a los camareros-pregoneros, que dejen encima de la mesa aquello que les va apeteciendo. El ambiente del Tintero es más propio de una plaza de abastos o de una lonja que de un restaurante. Para que os hagáis una idea pongo aquí debajo un vídeo en el que aparece un camarero, de voz peculiar, trabajador incansable, que pregona los distintos platos que porta. Como él, se mueven por entre las mesas una decena de camareros que, con sus voces, hacen de aquel lugar una auténtica fiesta gastronómica.
Obviamente, la fiesta termina cuando uno de los que se dedican a cobrar -dan vueltas continuamente diciendo "yo cobro, yo cobro"- cuenta los platos y botellas que hay encima de la mesa, multiplica, suma, y escribe sobre el mantel un número que pone precio al festín.